Con los créditos internacionales estancados en la Asamblea Legislativa por la negativa del bloque opositor se cierra la posibilidad al país de elevar la inversión pública, clave para el desarrollo económico, en vista de que la inversión privada se ha visto disminuida por los efectos de la pandemia.
Esta inversión pública se traduce en proyectos importantes como la construcción de carreteras, la mejora de la infraestructura sanitaria y educativa, así como la seguridad ciudadana. Los $888 millones en préstamos con la banca multilateral, que aún no tienen la ratificación ni la asignación presupuestaria por parte de la Asamblea, son fundamentales para elevar la productividad del Estado y mejorar la calidad de vida de los salvadoreños.
Es importante distinguir entre gasto público e inversión, en vista de que el bloque opositor busca crear la ilusión de un Gobierno que gasta descontroladamente, como pretexto para negarse al financiamiento externo. Esto también se desvirtúa ante la realidad mundial, que ha demostrado la necesidad de muchos países de recurrir a préstamos ante la grave afectación a sus economías.
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Con la actitud de la Asamblea Legislativa se busca ahogar las finanzas estatales y quebrar las avenidas del desarrollo, valiéndose del contexto de la pandemia y utilizando las mismas argucias legislativas de las que tanto ARENA como FMLN fueron objeto cuando administraban el país.
La caja fiscal del Gobierno se ha visto afectada debido a que se dejó de percibir cerca de $700 millones en recaudación de impuestos debido al COVID-19, pero los partidos opositores prefieren estancar los préstamos y no pagar el FODES a las alcaldías ni la pensión a los veteranos de guerra, a quienes han utilizado como bandera electoral por décadas.
Más grave aun es la falta de voluntad entre los legisladores para aprobar la contrapartida de $50.7 millones para FOMILENIO II, lo cual pone en riesgo cuatro proyectos sociales de gran envergadura.